CARTELERA TEATRAL

 

Don Gil de las calzas verdes (comedia de intriga), de Tirso de Molina, estrenada en Toledo en el Mesón de la Fruta, en julio de 1615, por parte de la compañía de Pedro de Valdés, dirigida a Doña Inés. Doña Juana, para recuperar a su prometido, toma el nombre de Don Gil (que siempre va vestido con calzas verdes) e intenta enamorar a Doña Inés, prometida de Don Gil de Albornoz (en realidad, Don Martín).


Esta obra del siglo XVII titulada Don Gil de las calzas verdes cuyo autor llamado Tirso de Molina es una de las comedias más movidas y de las más representadas de Tirso. Euna comedia de intriga y enredo, este tema fue popularizado por Lope de Vega en los llamados Siglos de Oro.

Don Gil de las calzas verdes no destaca por ser una obra fácil, pues la complejidad de su argumento y el continuo trueque de identidades de los personajes lleva a un ejercicio continuo de confusión, especialmente cuando la obra se lee en lugar de verse representada. Las mujeres de Tirso aparecen como heroínas “agresivas” como los hombres, que saben lo que quieren y usan de su libertad para conseguirlo, saltándose a la torera las convenciones sociales de su papel de mujer. Quieren igualarse a los hombres en libertad. Estas mujeres de Tirso son como los “Antitenorios”, burladoras de burladores.

Es considerada una de las obras más logradas del teatro barroco español, por la calidad de su trama de enredo. Es un ejemplo destacado de uno de los recursos más habituales de la comedia nueva creada por Lope de Vega: el de la doncella disfrazada de varón.

En cuanto al estilo, Tirso emplea un lenguaje rico con influencias culteranas, y destaca el tono realista que imprime a la representación de las costumbres de la época. Cultivó comedias palatinas como El castigo del penseque, comedias históricas como Trilogía de los Pizarros, pero también comedias religiosas como vemos reflejado en El burlador de Sevilla su obras más conocida.








Sainetes (comedia dramática jocosa), de Ramón de la Cruz, publicada en Madrid, en la librería Bailly Baillière, dirigida  contra algunos vicios, los sainetes eran pequeños apuntes costumbristas de asunto humorístico, llenos de música y canciones, compuestos con agilidad y gracia en verso, en los que trata y retrata al Madrid de su tiempo.





En el siglo XVIII Ramón de la Cruz crea el sainete moderno en España, basado en la representación de cuadros breves de tipo costumbrista (atención que se presta al retrato de las costumbres típicas de un país o región), con cierto tono satírico e irónico.

Se ha polemizado en ocasiones sobre la significación del teatro de don Ramón de la Cruz dentro del contexto literario de la época. La idea más extendida es la que sostiene el carácter costumbrista popular de sus sainetes, desligándolos completamente de cualquier planteamiento reformista. Pero si se analiza con detalle su obra dramática menor, las conclusiones que se derivan parecen ser otras.

Estes Sainetes van dirigidos contra algunos vicios y costumbres de la sociedad de su tiempo.

Si bien es sobre todo conocido Ramón de la Cruz es por su obra de la última época, los más de 300 sainetes que escribió (pequeños apuntes costumbristas de asunto humorístico, llenos de música y canciones, compuestos con agilidad y gracia en verso), en los que trata y retrata al Madrid de su tiempo. El más famoso es seguramente Manolo, donde se parodian las comedias heroicas que eran pasto habitual de los teatros de ese tiempo, describiendo con lenguaje arrabalero y propio de los bajos fondos el regreso de un hampón recién salido de la cárcel a Madrid desde un presidio africano, ambientes que Ramón de la Cruz conocía bien (ya que fue funcionario de prisiones y vivió en Ceuta) y parodiando las situaciones trágicas de dichas comedias.

El hecho de que los sainetes fuesen un teatro menor le permitió desenvolverse con mayor libertad. Su tono fresco y desenfadado normalizó temáticas como el amor, el engaño, el poder o la justicia.


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